martes, 19 de mayo de 2009

“Feliz día Madre”…de la desdicha

Día de regocijo, celebraciones, regalos, mucha comida y unión familiar normalmente son características de un típico “Día de la Madre”, pero para aquellas a las que la vida no recompenso dotándoles de una familia unida y, peor aún, estabilidad económica, pasan “su día” ganándose los poco centavos que significaran la comida y sustento de su familia al menos por hoy.Segundo domingo de mayo, quizás el día más esperado por todas las madres del mundo, pues al menos por esa pequeña porción de tiempo -normalmente- pueden sentirse dignas del engreimiento y recibir cuanto obsequio y agasajo provenga de sus seres más queridos. Así al contrate de esa realidad, existe otra menos feliz para muchas madresSon las ocho de la mañana, el frío acecha el aireado espacio del casi vacío mercado Las Capullanas. Al ritmo contagiante de una pegajosa canción que entona una y otra vez su letra “ay se ha muerto mi abuelo”, comienza un día más de trabajo para dos mujeres que con valentía y perseverancia le ganan a la vida, pasando por encima de las adversidades que ésta se ha encargado de ponerles en el camino.Luzmila Hinostroza Cervantes (60), quien fuese madre de un hijo, pasa sus últimos treintaisiete años caminando por los bullosos pasajes de los pequeños mercados de la ciudad, vendiendo cuanta “cosa” se le venga en mente, desde stickers, golosinas y arroz con leche hasta diminutos ramos de flores de acuerdo a la celebración y así se la encuentra hoy, andando junto a los primeros compradores del día, ofreciendo amablemente y con voz tímida sus “florcitas para mamá”, pasando por alto aquella fecha que –irónicamente- también fue hecha para ella. “A sol el ramito señorita”, la tímida Luzmila responde atentamente cuando se le pregunta el precio de sus minúsculos pero coloridos ramos florales, cómo no acceder a adquirir un ejemplar de estos cuando se advierte en los ojos de esta mujer, la esperanza de reunir unos soles más ¿quizás para la subsistencia del día?, de pronto irrumpe en escena una imprevista compradora que con no menos carisma que Hinostroza, compra un arreglo luego de haberlos revisado y comparado todos. Concretada la venta, Luzmila Hinostroza manifiesta que el día de la madre fue hecho para la gente adinerada y no para los pobres, pues ellos (los pobres) deben aprovechar ese día para obtener la mayores ingresos y no para celebraciones. Expresiones frías, fruto de la dura vida que le tocó pasar desde muy pequeña en su natal Huaylillas (distrito de Pataz en la sierra liberteña), en donde a duras penas sus padres podían brindarle únicamente un plato de trigo como comida del día. Pasaron los años y la quinceañera Luzmila decidió dejar atrás las carencias y venir a Trujillo en busca de un mejor porvenir. Fatalmente, lo único que encontró, fue enamorarse de un hombre diez años mayor, que se aprovechó de su inocencia e inexperiencia para hacerla victima de agresiones físicas y psicológicas, sujeto con el cual concibió a su único hijo: Jonatan.Pasados nueve años de sufrimiento y armada de valor, decidió abandonar aquel “hogar”, llevando consigo a su pequeño hijo, el que se convertiría en motivo de su existencia. Luego de años de lucha por el progreso de su retoño, finalmente logró sacarlo adelante y vivir de las pequeñas mesadas que con gran esfuerzo lograba alcanzarle su hijo desde su lugar de trabajo en la capital y sus imparables ventas en sus visitas a los mercados; sin presagiar que una vez más la desgracia invadiría su territorio para quitarle a su hijos en un mortal accidente automovilístico hace tres años.
Desde aquel instante, que casi “mata de dolor” a Luzmila, sus expectativas de la vida se han reducido a dejarla pasar hasta que Dios se apiade de ella y la recoja para que al fin descanse en paz junto a su niño.Dueña de una desgastada sonrisa a flor de labios es Feliciana Rosita Esquivel Alvitez (68), la súbita compradora de Luzmila Hinostroza. Progenitora de tres varones, afirma que pasará el Día de la Madre “como cualquier otro”, cocinando para
sus nietos y esposo, pues no es tarea difícil luego de cocinar cuarentaiocho años para gente extraña.Acompañada por su nieta menor Silvita (10), la cual asegura es “la luz de sus ojos”, en medio de su reducido y precario puesto rodeada de CD´s musicales y un pequeño tazón lleno de Cebiche, espera a los ansiosos comensales para terminar en el menor tiempo posible aquel jugoso manjar que será el recurso para “parar la olla” en este día. Es digno de premiar ese carisma que Rosita Esquivel destella a quienes se le acercan, su forma tan liviana de ver la vida hace pensar que su pasar por el tiempo ha significado una buenaventura sin lugar a dudas a pesar de su humilde condición.Nada nos llevaría a imaginar el mundo que se esconde detrás de aquella brillosa mirada que irradia en silencioso dolor que esconde al saber que esa malvada enfermedad llamada cáncer, pronto acabará por llevarse al gran amor de su vida Agustino Flores Ciudad (73) y que además le espera un largo camino por hacer de sus nietos personas de bien. La vecina del populoso barrio de El Alambre ve transcurrir los días con la esperanza de que un “milagro” ocurra y cure de una buena vez a su compañero inseparable, que por esas malas jugadas del destino desarrolló un cáncer al estomago, que sorpresivamente fue detectado el pasado siete de marzo del presente y que desafortunadamente ya se encuentra en una etapa avanzada. Todos los avatares que la anciana tuvo que pasar para lograr estos fatídicos análisis, no hubiesen sido posibles sin la caridad de sus vecinos, quienes se compadecen de la situación de esta abuelita, que se hace cargo de sus tres nietos tras ser abandonados por sus propios padres, y que como si fuese poco, ahora también debe lidiar con esta mortal enfermedad. Esta solidaridad ha posibilitado que Rosita Esquivel, oferte CD´s musicales (piratas) proporcionados por su vecina y que además no escatimó en prestarle su propio equipo de sonido para lograr el fin.La poca preparación intelectual de Rosita hace que venda la ilícita mercadería sin temor alguno a sanciones, por ser un medio viable para el sustento de su hogar. La quebrantada salud de su esposo la imposibilita para que solo vele por él y sus nietos, ella debe salir a trabajar para comprar unas cuantas pastillas e inyecciones que le alivien los agudos dolores del cáncer que padece Agustino, pero que no atacan la enfermedad. Esta situación hace de Rosita una fiel creyente de la palabra ajena, que tan seguramente sus vecinos sustentan que cualquier tratamiento para el cáncer, solo conseguirá adelantar la muerte de su marido y que ella por su puesto desea evitar.Para esta luchadora mujer, el transcurrir de los días se convierten en escenario de una lucha interminable de adversidades que deberá afrontar con valentía hasta lograr que su esposo se recupere y sus nietos se valgan por si solos, ya que según ella “Dios la puso a prueba para comprobar su fe en él”, fe en la que cree que pude mover montañas.Al término de estas líneas es casi fantasioso creer ciegamente en una fe cristiana que vele por sus devotos. Es indescifrable la razón del por qué debe de sufrir tanta gente que aparentemente nunca hizo un mal tan grave a nadie para merecer la desgraciada vida que les tocó vivir y tienen. Tanto así que estas mujeres nunca supieron el verdadero significado del Día de la Madre.
Su dia.

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